dissabte, 7 de juny del 2008

Evaluación

Después de unos días de inactividad blocaire debida a los numerosos trabajos, prácticas y demás actividades propias de nuestro queridísimo sistema de evaluación continua (y final) del Plan Bolonia, vuelvo a estar por aquí para hablaros de mi experiencia con los diferentes sistemas y enfoques de evaluación.
A lo largo de mi vida como estudiante he tenido la oportunidad de experimentar diferentes enfoques de evaluación en lo que a la enseñanza de lenguas respecta. En primer lugar, en la ESO y el Bachillerato los sistemas de evaluación que más predominaban eran el sumativo y el cuantitativo. En parte, parece bastante obvio que se evalúe de este modo a los estudiantes ya que esto les servía para saber si estaban preparados o no para presentarse a la selectividad. Sin embargo, los profesores, sobre todo en la ESO, también valoraban el esfuerzo personal y el trabajo diario de cada alumno, aunque, en gran parte, el peso importante de la nota final lo tenían los exámenes. Por otra parte, si no recuerdo mal, la única experiencia de evaluación ipsativa que he tenido ha sido en una asignatura de interpretación simultanea, en la que des del primer momento, el profesor nos dijo que lo que le iba a tener en cuenta para aprobarnos o no era el progreso y el esfuerzo personal de cada uno. La verdad es que creo que es una de las mejores maneras de evaluar, ya que adapta a cada alumno la evaluación en función de sus conocimientos previos y los posteriores. Sin embargo, dependiendo de lo qué se evalúe, este nos es el mejor método. Por ejemplo, en las pruebas para obtener títulos oficiales. Finalmente, la evaluación continua la he “sufrido” en estos dos últimos años de carrera. Creo que es un método de evaluación correcto si se aplica bien, ya que muchas asignaturas en esta universidad, además de evaluar de forma continua (con prácticas semanales y ejercicios varios), también lo hacen de manera final.
En cuanto a los propósitos de evaluación, creo que en mayor o menor medida he experimentado todos los tipos de pruebas presentadas. Las pruebas de diagnóstico las experimenté sobre todo en la ESO y el Bachillerato, cuando, al principio de curso, nos hacían la típica “avaluació inicial” para saber cómo íbamos; las pruebas de adscripción también las experimenté en la ESO en las asignaturas de catalán, castellano, inglés y matemáticas, cuando nos dividían en tres grupos dependiendo del nivel de cada alumno; los típicos exámenes de verbos supongo que pertenecen a las pruebas de aprendizaje y, finalmente, las pruebas de assoliment a final de trimestre han sido todo un clásico en la enseñanza.
Referente a los instrumentos de evaluación, también he experimentado la mayoría de los que se han presentado, aunque creo que los que más han destacado han sido los tests de elección múltiple, sobre todo en los exámenes de inglés, las entrevistas orales, también en los exámenes de expresión oral de inglés, los trabajos en equipo y los ejercicios de clase. No recuerdo ninguna experiencia memorable con estas actividades, únicamente que me ponía muy nerviosa en los exámenes orales (entrevistas orales) de la academia de inglés, en los que entrabas de dos en dos a un aula y el profesor iba haciendo preguntas, escuchando y puntuando cómo te expresabas en inglés.
Finalmente, considero que, en general, he recibido una evaluación justa de mi aprendizaje porque casi siempre he recibido la nota que más o menos espero.

3 comentaris:

Unknown ha dit...

¡Ei Ester! que razón tienes cuando afirmas que en esta universidad algunos profesores nos plantean la asignatura como de avaluación continua mandándonos miles de tareas si luego al fin y al cabo hay un examen final y el hecho de pasar o no la asignatura depende del examen. Pero bueno que hi farem, suerte que dentro de nada acabamos ;)

Cinta Fernández ha dit...

Me ha sorprendido mucho que en la ESO os hicieran pruebas de adscripción para separaros por grupos, en mi colegio eso no se hacía y es la primera vez que lo escucho. Cuando hice memoria sobre los tipo de pruebas no me acordaba que el profesor de simultanira realizaba una evaluación ipsativa. Tienes toda la razón que para esa asignatura era un buen método, ya que la mayoría de los alumnos no nos queríamos dedicar a ser interpretes y con lo cual no teníamos que obtener unos conocimientos determinados para poder acceder a un máster. Creo que con otro tipo de evaluación no me podría haber sacado la carrera sólo por esa asignatura, al fin y al cabo, en esta materia lo importante era haber hecho un progreso.
Saludos
Cinta

Irene ha dit...

Cuanto bien nos ha hecho el profesor de Interpretación, sino más de una, por lo que leo, nos veíamos estancadas en cuarto por los siglos de los siglos... jajaja. Menos mal que el profesor se planteó la evaluación pensando en que muchos no queríamos ser intérpretes.

Una vez más, veo que todas más o menos exponemos las mismas experiencias. Por cierto, totalmente de acuerdo con lo de las asignaturas que hacen evaluación continua, pero después casi no lo tienen en cuenta y ponen examen final. Da la impresión de que la evaluación continuada no les gustara a algunos profesores, como si les diera miedo o como si no pudieran fiarse de los resultados. Vamos, que veo demasiado aprecio a los métodos tradicionales de evaluar (es decir, examen a final de curso) :P jeje (habla una alumna agobiada porque ve los exámenes demasiado cerca y el tiempo para estudiar demasiado escaso).

En fin, ya sólo una entrada más y habremos acabado con este blog (tú hacerlo, yo comentarlo). ¡Ánimos!