dissabte, 17 de maig del 2008

Las metodologías de enseñanza: mi experiencia como aprendiz de lenguas

Al igual que en el ejercicio anterior, y después de bastantes años aprendiendo lenguas, creo que he experimentado distintas metodologías. Sin embargo, hay otras que no he experimentado nunca como, por ejemplo, la suggestopedia, la vía silenciosa, el aprendizaje cooperativo o el enfoque comunicativo. Antes que nada, me gustaría comentar que me llamó la atención cuando en clase nos explicaron que había una metodología basada en escuchar música relajante, sentarse en butacas cómodas y escuchar diálogos a fin de que los alumnos aprendieran a conversar en poco tiempo (suggestopedia). No puedo decir si es una metodología eficaz o no, puesto que, muy a mi pesar, no la he experimentado nunca, pero no descarto la idea de poderla experimentar algún día.

A lo largo de mi experiencia como aprendiz de lenguas, creo que no ha habido una metodología que destacara por ser la más empleada por los profesores, sino que más bien las clases se basaban en una mezcla de todas ellas. Estas clases combinaban la gramática, el léxico, la comprensión y expresión tanto escrita como oral.

La primera vez que una profesora empleó el método de la traducción para enseñarnos algo de gramática fue en bachillerato: cada día, al acabar la clase, nos ponía de deberes cinco o seis oraciones para que las tradujéramos al inglés, que corregíamos en la siguiente clase.

En la academia de inglés, al ser todos los profesores nativos y, además, hacían ver que no sabían ni el catalán ni el castellano, sólo se empleaba la lengua meta en clase, o sea, el inglés. Estos profesores daban mucha importancia a que nos supiéramos expresar en inglés y, cada vez que hablábamos entre los compañeros en catalán o en castellano, nos imponían pequeños “castigos” como ponernos más deberes o no hacer juegos al final de la clase (en los últimos diez minutos de clase, en los primeros cursos, siempre hacíamos pequeños juegos en inglés como el ahorcado, y otros de este tipo). Este tipo de metodología me parece muy eficaz ya que enseña al alumno a pensar lo que pretende expresar directamente en la L2 y no a pensarlo en su lengua materna y luego traducirlo a la lengua meta. Creo que es un método muy importante para desarrollar satisfactoriamente la expresión y comprensión oral.

Cuando estuve de Erasmus, en una clase de francés, grabamos una conversación en parejas y luego la escuchamos y analizamos con el fin de mejorar nuestra pronunciación y nuestra expresión oral. Supongo que esta actividad sería una variación de la técnica que propone el Community Language Learning. Sin embargo, mediante a esta actividad no mejoré ni mi expresión oral ni mi pronunciación en francés puesto que, al saber que me estaban grabando, teníamos la conversación medio preparada e intentábamos pronunciar de la forma más correcta posible. Desde mi punto de vista, esta actividad hubiese sido más eficaz y más real si no hubiésemos sabido que nos estaban grabando.
No sé si cuando en segundo de carrera nos enviaron a todos de Erasmus o los meses de verano en el extranjero se consideraría un método de inmersión lingüística. Creo que estar una temporada rodeada de la lengua y la cultura que pretendes aprender es una de las mejores metodologías que existen para aprender una lengua, ya que no tienes más remedio que comunicarte con los hablantes de esa lengua, lo cual te enseña a saber desenvolverte con eficacia en las situaciones más comunes del día a día –aspecto que no te enseñan en ninguna academia ni ningún profesor de inglés.

Otra de las metodologías que creo que no he experimentado el método audiolingual, ya que no recuerdo ningún ejercicio que se basara en escuchar un diálogo, repetirlo hasta memorizarlo y reproducirlo. Es verdad que en los primeros cursos de inglés o francés nos enseñaban cómo debíamos preguntar una dirección, una opinión, cómo presentarnos, etc. y después hacíamos ejercicios orales en parejas para ponerlo en práctica. Pero no sé si estas actividades se consideran audiolinguales.

Estas metodologías y actividades son las que mejor recuerdo, seguramente que me deje alguna o que haya alguna metodología que crea que no haya experimentado pero que en realidad sí que las he realizado. De todos modos, creo que para aprender de forma eficaz una lengua lo más adecuado es saber combinar las diferentes metodologías presentadas. Es decir, creo que una buena metodología consistiría en decidir qué es lo más acertado y positivo de cada una y realizar clases y actividades diversas: de nada sirve saber conjugar los verbos perfectamente y saber todos los aspectos de la gramática si luego no sabes ponerlos en práctica para comunicarte o, al revés, tampoco es muy útil saber expresarte y pronunciar perfectamente si luego no sabes cómo formular correctamente las oraciones.

A mi parecer, los aspectos que una metodología debería tener en cuenta para aprender una lengua de manera fácil y eficaz son diversos: gramática, léxico, comprensión y expresión oral y escrita. Sin embargo, todo ello depende de las necesidades del alumno y de las finalidades por las cuales desea aprender una lengua: como ya se comentó en clase, no se debería emplear la misma metodología para una persona que acude a clases de inglés para poder leer a su autor favorito que para otra que quiere aprender inglés para irse de viaje en verano.

diumenge, 11 de maig del 2008

Las teorías lingüísticas y psicológicas: mi experiencia como aprendiz de lenguas

Nunca antes me había planteado que detrás de cada profesor o materia se escondían unos planteamientos, unas teorías que guiaban la metodología de la clase. Creía que los profesores se organizaban la clase como veían conveniente: estaban los “conservadores” que seguían al pie de la letra la materia que proporcionaban los libros y los “liberales” que dejaban un poco de banda el libro para darle pie a la creatividad. Sin embargo, ahora sé que detrás de cada uno había unos planteamientos lógicos y razonables.

Me resulta bastante difícil señalar una única teoría lingüística y psicología con la que me haya sentido identificada ya que cada profesor y cada escuela empleaba aquella que le parecía más oportuna acorde con sus planteamientos y objetivos. Por lo tanto, no creo que mi aprendizaje haya sido fruto de una única teoría, sino de un poco de cada una.

Empezando por el conductismo, que creo que ha sido la que más ha marcado mi trayectoria estudiantil, recuerdo actividades y ejercicios muy propios de este planteamiento. ¿Quién no ha tenido que copiar 5 o 10 veces las faltas de ortografía de los dictados? Menos mal que, por suerte, no cometía muchos errores… O que me dicen sobre recitar de memoria la lista de los verbos irregulares en inglés o la lista de los phrasal verbs. Y las veces que me he tenido que aprender los tiempo verbales del catalán (con la ayuda de nuestro inseparable “llibre verd” de Xuriguera), porque año tras año era la misma historia, y no entiendo por qué, después de tantos exámenes de verbos, aún me cuesta recordar cuál es el pretérito anterior. Creo que la respuesta es que no sirve de nada recibir un input descontextualizado y repetirlo continuamente como loros, sino más bien, comprender la información y saberla utilizar en contextos reales, ¿de qué me sirve saberme todos los phrasal verbs del inglés si no me enseñaban a utilizarlos en contexto?

En la academia de inglés el método más empleado fue el constructivismo con un poco de humanismo ya que, al no sobrepasar nunca los 7 alumnos en clase, aquello era como una pequeña familia (además, cada año éramos los mismos), nos conocíamos todos bastante, y los profesores aprovechaban esta situación para hacer hincapié en las relaciones personales con el objetivo que estuviéramos más a gusto en clase y que tuviéramos más confianza y seguridad en nosotros mismos. Era en este tipo de clases en las que realmente aprendía la lengua.
A mi profesor de catalán de bachillerato le encantaba poner “punts positius” y “punts negatius” a sus alumnos. Me explico, se pasaba toda la hora de clase con la lista de los alumnos y mientras explicaba intercalaba preguntas relacionadas con la gramática, ortografía, cultura, etc. Si no sabías la respuesta, se anotaba un punto negativo en su lista y, si la sabías, un punto positivo. De modo que llegabas a fin de trimestre con un listado de puntos negativos y positivos que servían para subir o bajar nota. Aquellas clases se me hacían eternas, puesto que estaba más pendiente de que no me preguntara a mí que de otra cosa.

Por esta razón valoro las metodologías de enseñanza que adoptan el humanismo porque no obligan a nadie ha hablar en voz alta o a salir delante de todos los compañeros a hablar (los que me conocen saben que soy bastante tímida y me cuesta mucho hablar y participar ante en clase) y que fomenta las relaciones personales entre los alumnos con el objetivo de crear un buen ambiente en la clase. Creo que cada vez más, esta metodología es empleada por más profesores cuyo objetivo no es sólo que el alumno aprenda, sino cuál es la mejor manera de enseñar y con qué métodos éste se sentirá más cómodo en clase para que verdaderamente aprenda.

Creo que cada teoría tiene sus ventajas y sus inconvenientes y que adoptar una u otra depende de muchos factores: tipo de alumnos, lo que esperan aprender, sus objetivos, su predisposición ante la clase, etc.

Por lo que he experimentado, el francés es la lengua que posee un método de aprendizaje más tradicional. Recuerdo que las clases de francés, aquí en Catalunya, se basaban en una metodología más conductista: exámenes de verbos cada semana, mil ejercicios de gramática, poco énfasis en la conversación, etc. Sin embargo, el año pasado hice un curso de francés en Niza y allí la metodología era muy diferente: los profesores ponían más énfasis en la lengua oral, en construir vínculos afectivos entre nosotros para que nos sintiéramos cómodos en clase, se organizaban actividades extraescolares con ese fin, etc. Por el contrario, el inglés creo que es la lengua cuya metodología es más moderna porque, en la mayoría de casos, los profesores hacían más hincapié en la interacción y comunicación entre alumnos, así como también en el aprendizaje de la lengua.